
El 5 de noviembre de 1811 resulta ser el preludio de un proceso que irá decantando en el devenir regional, hasta llegar a su culminación el 15 de septiembre de 1821, con la declaratoria de independencia patria de la América Central.
Al sumarse indefectiblemente a los tantos otros conatos americanos que están sucediéndose en contra de la corona (movimientos en Chuquisaca, La Paz y Quito en 1809, el “Grito” en el pueblo de Dolores, México 1810, la instauración de la Junta de Gobierno de Buenos Aires en 1810 y la independencia de Venezuela en 1811), en los que intervienen criollos de todas las posiciones sociales junto a no pocos peninsulares de mucho arraigo en la tierra, algunos mestizos y muy pocos indios, nuestro cimero “Grito de La Merced” se yergue al interior de una suerte de primera fase de la independencia colonial hispanoamericana, aunque la costumbre banal en el istmo haya relegado su conmemoración sólo en fueros salvadoreños.
Protagonismo san salvadoreño
El ilustre historiador salvadoreño Rodolfo Barón Castro, abrevando en las fuentes del Archivo General de Indias en Sevilla (España), consigue con su pesquisa documental esclarecer el significado de primerísimo orden que para las autoridades realistas de Guatemala adquirieron los acontecimientos del 4 y 5 de noviembre de 1811, teniendo al entorno urbano y sociopolítico san salvadoreño como centro de la vorágine subversiva.
Son casi inexistentes los cronistas que regateen el hecho de que fue San Salvador el escenario privilegiado donde sobrevino el “…primer arranque impetuoso de libertad… en que por vez primera se desenvainó la espada por nuestra emancipación…”. Y es aquí donde, de la mano de historiadores nacionales como Barón Castro y Lardé y Larín, aprendemos a reconocer, en alto relieve y sobre todos los demás, la figura ejemplar del Presbítero y Dr. José Matías Delgado.
José Mat


Para Barón Castro, la dilucidación acerca “…de que si el Doctor Delgado hubiese sido promotor y el principal dirigente del movimiento en 1811… implica tener resuelto de modo satisfactorio la incógnita de quién promovió realmente los sucesos del cuatro de noviembre”.
Según todos los indicios, el motín popular
del día anterior, 4 de noviembre, surge ante las noticias de la prisión en Guatemala del Cura Manuel Aguilar, y el citatorio girado a su hermano mayor, Nicolás Aguilar, para comparecer a la Capital del Reino y sufrir idéntico confinamiento.
Para aquilatar mejor el acendrado liderazgo del Señor Vicario (Padre Matías Delgado) en los lances insurreccionales, pueden agregarse varios testimonios de sus enemigos. Hay uno en particular del propio Presidente, Gobernador y Capitán General, Don José de Bustamante y Guerra, quien, en diversas oportunidades, cercano y lejano el año 1811, llegó a afirmar que Delgado fue uno de los factores de aquellos eventos. De igual manera hubo otros tantos, quienes siempre le tuvieron por “uno de los agentes de la primera conmoción de San Salvador según voz común”, y que es “pariente de otros que fueron móviles de la revolución”.
En documentos judiciales se encuentran declaraciones, como las d
El «Rebato de La Merced»
Según la ver
sión bastante memorable, el primer escalón hacia la independencia de Centroamérica se dio en el campanario de la Iglesia de Nuestra Señora de La Merced, Redención de Cautivos, en la histórica madrugada del cinco de noviembre de 1811.
Violentados los líderes san salvad
Habiéndose ya establecido anteriormente la individualización y presiones que llegó a soportar el Doctor Delgado en tales circunstancias, no es difícil admitir que el Sr. Cura Vicario hubiese desplegado su ingenio como
Y es que no resulta tan descabellada la imagen de aquel prelado audaz e inteligente, amenazado de muerte y en defensa de sus colegas eclesiásticos bajo pena de presidio, “…asido a las campanas de ese templo, que para algo estaba consagrado a Nuestra Señora de La Merced –Redención de Cautivos- …”. Todo un gesto simbólico coherente, digno y creíble dada la calidad de su protagonista inmiscuido en una coyuntura emergente.
Con la venia de esta reflexión, podría considerarse oportuno recuperar la recitación que, sobre el emblemático gesto de las campanas mercedarias, realizara el eminente pensador nacional, Doctor Víctor Jerez, en su discurso pronunciado en los actos conmemorativos del primer centenario del magno acontecimiento independentista:
José Matías Delgado junto con su sobrino Manuel José Arce y Fagoaga y otros patriotas criollos dirigió el movimiento insurreccional del 5 de noviembre de 1811, fecha en que la leyenda ha perpetuado que fue él el que tocó, a rebato, las campanas de la Iglesia de La Merced.
El 4 de noviembre llegó el correo a San Salvador informando de la orden de arresto (Presbítero Manuel Aguilar), lo que precipitó los acontecimientos. El día siguiente 5 era día de "cabildo ordinario" y la gente se congregó en la plaza mayor. La muchedumbre era tan hostil que el intendente, Don Antonio Gutiérrez y Ulloa, que se vió obligado a renunciar y Manuel José Arce proclamó "ya no hay rey, ni tributos, ni debe prestarse obediencia sino a los alcaldes".
Monumento nacional de la República La legislatura de 1930, durante la administración del Doctor Don Pío Romero Bosque, emitió el 19 de septiembre de ese año un histórico decreto, en virtud del cual dicho campanario se proclama «Monumento Nacional»
Dice así el documento referido:
“Decreto No.172
La Asamblea Nacional Legislativa de la República de El Salvador.
CONSIDERANDO:
Que la torre de la Iglesia de La Merced, de esta Ciudad, tiene un alto valor histórico, por ser la misma desde la cual el Padre de la Patria, Presbítero Dr. José Matías Delgado, anunció a toques de campana, que era llegada la hora de proclamar independencia política de Centroamérica, a cuyo efecto lanzó el primer grito de libertad, el día 5 de noviembre de 1811; razón por la cual es deber del Estado considerar dicho campanario como un Monumento Nacional, por cuya buena conservación se debe velar oficialmente;
POR TANTO:
En uso de sus facultades constitucionales y a excitativa del Poder Ejecutivo,
DECRETA:
Artículo 1°-Declárase Monumento Nacional el campanario de la expresada Iglesia; debiéndose colocar en el mismo, una placa conmemorativa del Fausto acontecimiento histórico.
Artículo 2° -Autorízase al Poder Ejecutivo para que por medio del Ministerio de Fomento, y por cuenta del erario nacional, se proceda a la reparación y reconstrucción del aludió campanario.
Dado en el salón de sesiones del Poder Legislativo, Palacio Nacional: San Salvador, a los diez y nueve días del mes de septiembre de mil novecientos treinta.
Francisco A. Reyes,
Presidente.
Vicente Navarrete, Jorge Escobar V.
Primer Secretario. Segundo Secretario.
Palacio Nacional: San Salvador, 22 de septiembre de mil novecientos treinta.
Cúmplase,
P. Romero Bosque.
El Subsecretario de Fomento,
J. Castellanos P.”
El bronce recordatorio de La Merced
El Decreto Legislativo del 19 de septiembre de 1930, sancionado por el Poder Ejecutivo de la República el día 22 del mismo mes y año, en su artículo primero ordenaba colocar una placa conmemorativa del Fausto acontecimiento histórico en el torreón del campanario de La Merced.
La redacción de la leyenda alusiva fue encomendada a un literato centroamericano, nativo de Nicaragua, el escritor Don Salvador Calderón Ramírez, quien hizo de El Salvador su segunda patria.
Maestro consagrado, centroamericano de hondas convicciones, insigne orador, destacado publicista, Calderón Ramírez registró para la posteridad su vocación centro americanista al escribir los siguientes conceptos:
“El pueblo salvadoreño al reconstruir esta torre, signa su constante admiración al Padre de la Patria Presbítero Doctor José Matías Delgado.
En la cima de este campanario, el 5 de noviembre de 1811, tocó a rebato, precursor de libertad, y en el alba del nuevo día-conjunción armoniosa de lumbres y ritmos marciales-transmutó el verbo de la revolución en el hecho posterior, real y sensible, de la independencia de Centroamérica.
Sea su imagen gloriosa la antorcha que va adelante, alumbrando el porvenir…”
Para aquilatar mejor el acendrado liderazgo del Señor Vicario (Padre Matías Delgado) en los lances insurreccionales, pueden agregarse varios testimonios de sus enemigos. Hay uno en particular del propio Presidente, Gobernador y Capitán General, Don José de Bustamante y Guerra, quien, en diversas oportunidades, cercano y lejano el año 1811, llegó a afirmar que Delgado fue uno de los factores de aquellos eventos. De igual manera hubo otros tantos, quienes siempre le tuvieron por “uno de los agentes de la primera conmoción de San Salvador según voz común”, y que es “pariente de otros que fueron móviles de la revolución”.
En documentos judiciales se encuentran declaraciones, como las d
el Sargento del Cuerpo de Voluntarios, Manuel Paredes, quien atestigua: “…Que le consta de vista y por notoriedad que la primera revolución del cinco de noviembre de mil ochocientos once, fue dirigida por el Pe. Vicario de esta parroquia Dr. Dn. José Matías Delgado…”
De este modo, la protagónica participación de José Matías Delgado en el movimiento insurgente de 1811 queda establecida. En virtud de ello es proclamado por el Presbítero Doctor Isidro Menéndez «Patriarca de las libertades salvadoreñas» y por la Asamblea Ordinaria del Estado, de 1833, «Benemérito Padre de la Patria Centroamericana».
De este modo, la protagónica participación de José Matías Delgado en el movimiento insurgente de 1811 queda establecida. En virtud de ello es proclamado por el Presbítero Doctor Isidro Menéndez «Patriarca de las libertades salvadoreñas» y por la Asamblea Ordinaria del Estado, de 1833, «Benemérito Padre de la Patria Centroamericana».
El «Rebato de La Merced»
Según la ver

Violentados los líderes san salvad
oreños por las acciones
inauditas y ofensivas provocadas por las autoridades reales en días anteriores, se vieron enfrentados al hecho ineludible de pronunciarse abierta y decididamente contra la dominación española. La multitud estaba presta. Los civiles recorrían la ciudad de un sitio a otro, en cumplimiento de órdenes secretas. Los jefes del movimiento conspirador sesionaban en la Vicaría.

Había, sin embargo, indecisión. El tumulto de la noche del cuatro se limitó a protestar frente al edificio de la Intendencia por la detención del Cura Manuel Aguilar y pedir que no se tomase ninguna medida contra su hermano, Don Nicolás. Por cauta prevención del Intend
ente Corregidor. El dilema no admitía réplica: O deponían inmediatamente a las autoridades o habían de resignarse a ser las víctimas de éstas.

para producir alguna medida sorpresiva, dramática, hasta desesperada, como “tomando al toro por los cuernos”. No se trata de un ansia de protagonismo banal. Era cuestión de vida o muerte en términos personales, y la preservación del rumbo de todo un movimiento pacientemente acrisolado.
Y es que no resulta tan descabellada la imagen de aquel prelado audaz e inteligente, amenazado de muerte y en defensa de sus colegas eclesiásticos bajo pena de presidio, “…asido a las campanas de ese templo, que para algo estaba consagrado a Nuestra Señora de La Merced –Redención de Cautivos- …”. Todo un gesto simbólico coherente, digno y creíble dada la calidad de su protagonista inmiscuido en una coyuntura emergente.

José Matías Delgado junto con su sobrino Manuel José Arce y Fagoaga y otros patriotas criollos dirigió el movimiento insurreccional del 5 de noviembre de 1811, fecha en que la leyenda ha perpetuado que fue él el que tocó, a rebato, las campanas de la Iglesia de La Merced.
El 4 de noviembre llegó el correo a San Salvador informando de la orden de arresto (Presbítero Manuel Aguilar), lo que precipitó los acontecimientos. El día siguiente 5 era día de "cabildo ordinario" y la gente se congregó en la plaza mayor. La muchedumbre era tan hostil que el intendente, Don Antonio Gutiérrez y Ulloa, que se vió obligado a renunciar y Manuel José Arce proclamó "ya no hay rey, ni tributos, ni debe prestarse obediencia sino a los alcaldes".
Monumento nacional de la República La legislatura de 1930, durante la administración del Doctor Don Pío Romero Bosque, emitió el 19 de septiembre de ese año un histórico decreto, en virtud del cual dicho campanario se proclama «Monumento Nacional»
Dice así el documento referido:
“Decreto No.172
La Asamblea Nacional Legislativa de la República de El Salvador.
CONSIDERANDO:
Que la torre de la Iglesia de La Merced, de esta Ciudad, tiene un alto valor histórico, por ser la misma desde la cual el Padre de la Patria, Presbítero Dr. José Matías Delgado, anunció a toques de campana, que era llegada la hora de proclamar independencia política de Centroamérica, a cuyo efecto lanzó el primer grito de libertad, el día 5 de noviembre de 1811; razón por la cual es deber del Estado considerar dicho campanario como un Monumento Nacional, por cuya buena conservación se debe velar oficialmente;
POR TANTO:
En uso de sus facultades constitucionales y a excitativa del Poder Ejecutivo,
DECRETA:
Artículo 1°-Declárase Monumento Nacional el campanario de la expresada Iglesia; debiéndose colocar en el mismo, una placa conmemorativa del Fausto acontecimiento histórico.
Artículo 2° -Autorízase al Poder Ejecutivo para que por medio del Ministerio de Fomento, y por cuenta del erario nacional, se proceda a la reparación y reconstrucción del aludió campanario.
Dado en el salón de sesiones del Poder Legislativo, Palacio Nacional: San Salvador, a los diez y nueve días del mes de septiembre de mil novecientos treinta.
Francisco A. Reyes,
Presidente.
Vicente Navarrete, Jorge Escobar V.
Primer Secretario. Segundo Secretario.
Palacio Nacional: San Salvador, 22 de septiembre de mil novecientos treinta.
Cúmplase,
P. Romero Bosque.
El Subsecretario de Fomento,
J. Castellanos P.”
El bronce recordatorio de La Merced
El Decreto Legislativo del 19 de septiembre de 1930, sancionado por el Poder Ejecutivo de la República el día 22 del mismo mes y año, en su artículo primero ordenaba colocar una placa conmemorativa del Fausto acontecimiento histórico en el torreón del campanario de La Merced.
La redacción de la leyenda alusiva fue encomendada a un literato centroamericano, nativo de Nicaragua, el escritor Don Salvador Calderón Ramírez, quien hizo de El Salvador su segunda patria.
Maestro consagrado, centroamericano de hondas convicciones, insigne orador, destacado publicista, Calderón Ramírez registró para la posteridad su vocación centro americanista al escribir los siguientes conceptos:
“El pueblo salvadoreño al reconstruir esta torre, signa su constante admiración al Padre de la Patria Presbítero Doctor José Matías Delgado.
En la cima de este campanario, el 5 de noviembre de 1811, tocó a rebato, precursor de libertad, y en el alba del nuevo día-conjunción armoniosa de lumbres y ritmos marciales-transmutó el verbo de la revolución en el hecho posterior, real y sensible, de la independencia de Centroamérica.
Sea su imagen gloriosa la antorcha que va adelante, alumbrando el porvenir…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario